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DE REVOLUCION EN REVOLUCION

DE REVOLUCION EN REVOLUCION

Revolucion

Unos días atrás se celebró una vez más el Día del Trabajo en casi la totalidad de los países del planeta. Por primera vez, en más de un siglo, no contó con los multitudinarios desfiles de trabajadores sindicalmente convocados que engalanaban la celebración reafirmando una y otra vez la importancia del trabajo en la sociedad.

Por definición, el trabajo es la ejecución de tareas que implican un esfuerzo físico y/o mental que tienen como objetivo la producción de bienes y servicios respondiendo a necesidades humanas. A través de esta actividad se obtienen medios para subsistir.

Ahora bien, ésta edulcorada definición de trabajo no se corresponde con la etimología de la palabra por lo que, como siempre, es recomendable visitar la historia. Veamos.

La palabra trabajo deriva del latín “tripalium”, una herramienta muy similar al cepo con tres puntas que en la antigüedad se usaba para sujetar bueyes o caballos y así poder herrarlos, era también un instrumento cruel de tortura para castigar esclavos o malvivientes. Por esto, “tripaliare” significa atormentar, torturar, causar dolor luego por deformación a lo largo del tiempo termina en “trabajo”. Hacia el siglo XII la palabra también define un tormento psicológico o sufrimiento físico. Por todo esto es que durante la mayor parte de nuestra historia civilizada o no, es que el trabajo fue considerado como una actividad despreciable; hasta en la Biblia es considerado como algo costoso después que Adán y Eva fueran expulsados del Paraíso. Los griegos consideraban que solo el ocio recreativo era digno del hombre libre.

Ya en tiempos del antiguo Egipto y Babilonia existía el trabajo esclavo y el libre, siendo este último el de los artesanos y científicos primitivos, mas no había empleo tal y como lo definimos actualmente. La relación laboral era esclavizador-esclavo principalmente en las tres civilizaciones más importantes de occidente, egipcia, griega y romana.

Los artesanos si bien no tenían patrones, si clientes que recompensaban sus servicios, eran cuentapropistas por lo que no podemos decir que tenían un empleo formal.

En la Edad Media tampoco había noción de trabajo como empleo. La relación laboral era señor feudal-siervo y si bien estos no eran como los esclavos ya que eran digamos, más libres que los primeros solo podían salir de los latifundios de su señor feudal siempre y cuando no tuviesen deudas con este. Si bien no recibía remuneración, el siervo trabajaba para tener el derecho de vivir en las tierras que no le pertenecían no existiendo ningún vínculo contractual entre ambos, pero debiendo cumplir con el pago de impuestos o de diezmos como se acostumbraba.

Luego las cosas comienzan a cambiar, nacen las empresas familiares que vendían sus
pequeñas producciones artesanales producto del esfuerzo de toda la familia; tampoco
podemos hablar de trabajo como empleo sin embargo ya se vislumbra un avance en este concepto.

A medida que los centros urbanos fueron desarrollándose, la creación de instrumentos para facilitar las labores, principalmente agrícolas se hacía necesario el dominio de conocimientos más complejos y especiales iniciándose la división del trabajo que conllevó a la diferenciación de grupos sociales de acuerdo al oficio que desempeñasen, estableciendo de este modo las jerarquías basadas en el esfuerzo físico, siendo inversas a esta, a mayor esfuerzo, menor jerarquía. La división más importante fue la del trabajo intelectual del trabajo manual, o sea, entre quienes planean y quienes lo ejecutan.

A medida que las sociedades se fueron haciendo más complejas en organización, la oferta de actividades humanas se multiplicó generando divisiones jerárquicas entre aquellos que realizaban una misma labor, así surgieron los maestros, oficiales y aprendices para las labores con marcadas diferencias en la compensación. Esto último fue el resultado del surgimiento de los gremios que organizados promovieron que, a todo aquel que trabajase le correspondía un sustento. La primera referencia de estos gremios es el de los panaderos de Pontoise en 1162 y los curtidores de Ruan en 1163 ambos en Francia. Estos gremios nacidos con fines solidarios fueron a lo largo de los siglos mutando sus intereses convirtiéndose en un poder respetado y temido a la vez por sectores empresariales y políticos; los sindicatos.

En Inglaterra, hacia la segunda mitad del siglo XVIII impulsado por el Rey George III (1738-1820) se inicia un proceso de transformación social, económica y tecnológica que se denomina Primera Revolución Industrial. Proceso que se extendió por Europa concluyendo entre 1820 y 1840. Este proceso comenzó la transición de mano de obra manual y uso de tracción animal por maquinaria para fabricación, así como para el transporte de mercancías y personas o sea que se pasó de una economía fundamentalmente agrícola a una industrial lo que genero a su vez el crecimiento urbano. James Watt (1736-1819) nacido en Greenock, Escocia, fue el responsable de este éxito al inventar la máquina de vapor que motorizó ésta transformación que tuvo un impacto en el ámbito social al crearse nuevos grupos sociales, el proletariado, formado por trabajadores de industrias y campesinos y la burguesía propietaria de los medios de producción y poseedora del capital y la renta.

Luego de ésta Primera Revolución (1840) y después de unas décadas de transición, es hacia 1870 que se produce la Segunda Revolución Industrial, impulsada desde Inglaterra por la Reina Victoria (1819-1901) quien se coronó en 1837 quien a decir de los historiadores, fue una creyente de la innovación y tecnología aplicada a la industria. Para la época, la máquina de vapor ya formaba parte de barcos, trenes y hasta frigoríficos lo que impulso la economía generando más comercio entre países, desarrollo industrial, crecimiento urbano y por supuesto más clase obrera. Esta segunda revolución, enfocada en innovaciones técnicas, nuevas fuentes de energía como el gas, electricidad, petróleo, sistemas de transporte como automóvil y el avión, materiales novedosos y hasta comunicaciones, como el teléfono y la radio, se produjeron en cadena impactando no sólo el sistema educativo, científico, laboral sino también la gestión empresarial, organización del trabajo, consumo y política, culminando en 1914 con el inicio de la Primera Guerra Mundial.

Volviendo al tema principal, el Presidente estadounidense Andrew Johnson (1808-1875) firma en 1868 la Ley Ingersoll que establece la jornada laboral de ocho horas para empleados federales y aquellos que lo hiciesen en obras públicas, sin embargo, deja fuera de esta ley a los obreros industriales quienes tenían jornadas de más de once horas diarias. Esta ley genera molestias en los obreros, en especial los ferroviarios quienes comienzan a organizarse y es hacia 1874 cuando comienzan con acciones para lograr jornada laboral más justa, llevando a cabo algunas huelgas. Este proceso desemboca en la creación de la Federación Americana del Trabajo, conocida bajo las siglas AFL (American Federation Labor) creada en 1881 y que, en su Cuarto Congreso celebrado en 1884, acordó una huelga general a celebrarse el 1 de Mayo de 1886. La consigna para este hecho era “ocho horas de trabajo, ocho de reposo y ocho de recreación”.

Chicago, Illinois, la segunda ciudad industrializada para la época tenia a los trabajadores bajo las peores condiciones del país con jornadas de trabajo de hasta catorce horas diarias por lo que se convirtió en el centro más reivindicativo de la consigna establecida. Siguiendo lo decidido por la AFL, las acciones comenzaron el día 1 de Mayo frente a la fábrica de maquinaria agrícola Mc Cormik; la tensión fue tal que se convocó a una manifestación el 4 de Mayo en el parque Haymarket. El día llegó y durante el discurso del pastor metodista y anarquista Samuel Fielden (1847-1922) alguien lanzo una bomba contra la policía generando un caos general que culmino con casi cuarenta muertos y más de cien heridos. Este hecho paso a la historia como la “Masacre de Haymarket”. Ocho manifestantes fueron enjuiciados y condenados, dos de ellos a cadena perpetua, uno a quince años de prisión y cinco fueron ejecutados en la horca. Este grupo es conocido desde entonces como los “Mártires de Chicago”.

Ante los hechos, un número importante de patronales accedieron a la jornada laboral de ocho horas y fue recién tres años después cuando en el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional celebrado en Paris en 1886 que se instituye el 1 de Mayo como el día Internacional de los Trabajadores celebrándose alrededor del planeta. El Papa Pio XII en 1955 declaro esa fecha como festividad de San José Obrero reafirmando de este modo la importancia de la clase trabajadora vinculándola si se quiere con la religión católica Paradójicamente en Estados Unidos, donde todo se originó, no se celebra ese día sino el primer Lunes de Setiembre al igual que Canadá. Un grupo de países muy reducidos como Australia y Nueva Zelanda tienen días diferentes.

Así como la máquina de vapor fue la impulsora de la Primera Revolución Industrial que dió origen a una especie de organización laboral que tardo casi un siglo en completarse y casi uno igual en perfeccionarse, sin duda la tecnología de la informática-telecomunicación está transformando la relación de trabajo llevándola a un nivel diferente. Ya la repetición de tareas “fordista” de un obrero fabril del siglo XX o las tareas agrícolas con gran esfuerzo humano han quedado atrás evolucionando hacia la aplicación del talento de los trabajadores asociado al uso de la tecnología. Los trabajos no desaparecerán, evolucionaran a otros en los que será necesario contar con más preparación personal.

La evolución del trabajo ha traído cambios sustanciales en el ámbito laboral, algunos
ejemplos de ello son: información compartida que permite a los empleados participar con ideas y contenidos dándoles más oportunidad para convertirse en líderes, transfiriendo sus conocimientos; uso de nuevos medios de comunicación que permiten el intercambio e interacción de las personas usando plataformas colaborativas, horizontalizando la empresa potenciando a su vez los resultados; lideres inteligentes y transformadores que acompañan a sus empleados en el camino al éxito; horario flexible que hace más atractivas a las empresas que lo aplican y trabajar no desde un espacio físico determinado, sino desde cualquier lugar.

La esperanza está en que, en muy poco tiempo, junto al Día del Trabajo festejemos también el Día de la Tecnología, la Innovación y el Desarrollo. Cuando esto suceda habremos completado la Tercera Revolución Industrial e iremos en la búsqueda de la siguiente. Es la evolución lógica de la humanidad. Hacia allá vamos.

Antonio Delgado
Senior Consultant & Coach

Fuente: Historia económica T. Lanza, Desarrollo tecnológico en la primera revolución industrial J. Chaves, Historia económica mundial A. Comin; Evolucion del Trabajo O. Ortega, The Industrial Revolutio Robert Lucas.