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NATIVITATIS

NATIVITATIS

Si bien es cierto que durante casi todo el año pasamos por muchos estados de ánimo, hay un mes, el último, en que experimentamos una sensibilidad diferente a los meses previos. Sí, es diciembre y somos diferentes; nos acercamos más a la familia y amigos, nos sentimos mucho más inclinados a agradecer, a pensar en lo que el futuro cercano nos deparará y al mismo tiempo nos nace un deseo irrefrenable de festejar, como modo de cerrar un ciclo y comenzar otro que aventuramos mucho mejor. Si, es Navidad y debemos disfrutarla. Quizás no hemos tenido el tiempo de detenernos y pensar en que el origen de estos festejos se corresponde con fiestas paganas, de diferentes culturas que sembraron las bases de lo que hoy conocemos como Navidad, del latín “nativitatis’ que significa “nacimiento”. Veamos entonces de manera rápida, el origen, cambios, personajes y perspectivas de este sentimiento, que estamos seguros no desparecerá mientras exista una sociedad sensible, por pequeña que ésta sea, un calendario y nuestro aporte.

Desde el comienzo de la humanidad, como la conocemos, el sol no solo era respetado sino también adorado. Representaba la luz y el todo, marcando con sus solsticios y equinoccios los tiempos de las sociedades de la época. Los primeros, eran de suma importancia pues representaban los ciclos del invierno y verano, importantes para la siembra y cosecha a las que las sociedades sedentarias habían abrazado una vez aprendieron a controlar el fuego y aprendieron a manejar, rústicamente los cultivos y la cría de animales de granja.

El de invierno, que comienza alrededor del 21 de diciembre representaba para muchas culturas el nacimiento de un nuevo sol, es decir, el comienzo de un nuevo ciclo de vida. Es así que en el mes de diciembre y con poca diferencia de días, estas comunidades celebraban al Sol como luz de vida. Los Aztecas a Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, en el mes Panquetzaliztli, los Incas a Inti, en la fiesta llamada Cápac Raymi o fiesta del Sol poderoso, dando también nombre al primer mes de su calendario. Los egipcios celebraban a Vulcano, los babilonios a Tamuz o Nimrod, los druidas a Moloc o Baal y los celtas a Yule. Los escandinavos y germanos celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol, la lluvia y la fertilidad adornando un árbol que representaba el “árbol del universo” o Yggdrasil, transformándose luego en lo que conocemos hoy y veremos más adelante.

Los romanos celebraban un festival llamado Saturnalia, dedicado al dios Saturno, que duraba siete días en donde no había negocios ni guerras y durante el cual había entrega de regalos, en especial a los niños. El día 25 de diciembre se celebraba la fiesta de Natalis Solis Invicti o nacimiento del Sol invicto, esta fecha tendrá mucha importancia para la humanidad.

El cristianismo, en sus comienzos aprovecho éstas fiestas para facilitar la conversión de los romanos a su fe, sin abandonar sus costumbres, atrayéndolos de ese modo a profesar sin culpas esta nueva religión. Es así que la iglesia cristiana comandada por el Papa Julio I (?-352) propone en 350 (d.C) al 25 de diciembre como fecha de la Navidad siendo el Papa Liberio (?-366) quien lo decreta en 354 (d.C).Si bien la Iglesia Cristiana tuvo un cisma en 1054 que origino la Iglesia Ortodoxa de Oriente en 1054, y la escisión protestante en 1517 promovida por Martin Lutero (1483-1546), eligió esa fecha como día del nacimiento de Jesús, como estrategia del proceso de expansión de su fe alrededor del planeta, buscando fusionar sus celebraciones con los ritos paganos de los pueblos conquistados.

San Francisco de Asís (1182-1226) fue quien creo el primer pesebre viviente en Rieti (Italia) en 1223; a partir de entonces, se representa fielmente todos los años como acto de celebración del nacimiento del hijo de Dios. Otro ícono, el árbol de Navidad, se registra por primera vez su uso en Alemania en 1605 y fue llevado a Inglaterra por la Casa Hannover, dinastía alemana que condujo los destinos de Gran Bretaña desde 1714 hasta la muerte de la Reina Victoria (1819-1901), de allí se expandió por el planeta hasta nuestros días.

La Navidad tuvo también sus momentos difíciles, fue prohibida durante la Reforma Protestante en 1517 así como durante la guerra civil inglesa en 1647. Fue la rebelión popular en Canterbury que forzó a la Restauración de 1660 a poner fin a la prohibición. En Estados Unidos fue declarada ilegal entre 1659 y 1681 en Boston, cayendo en desgracia después de la revolución pues se consideraba una costumbre inglesa.

Alrededor de mediados del siglo XVIII, estando la navidad en vías de desaparición en Inglaterra, el libro de Charles Dickens (1812-1870) “Un cuento de Navidad” publicado en 1843 la rescató reinstalando la navidad como celebración familiar. En Estados Unidos, el presidente Ulises S. Grant (1822-1885) la declaró por ley feriado federal en 1870 dándole así identidad definitiva a la celebración.

Sin duda, desde tiempos inmemoriales los niños son el centro y eje de la Navidad y un personaje legendario, universalmente conocido es el responsable de los regalos que alegran a los infantes y a los no tanto. Este personaje está basado en la figura de San Nicolás de Bari (270-343) de origen griego, nacido en Mira, hoy perteneciente a Turquía. Muy venerado durante la Edad Media (476-1492) por sus milagros, su fama se extendió por toda Europa construyéndose desde el año 550 templos con su nombre’

Es conocido también como Father Christmas, Pere Noel, Babbo Natale, Papa Noel y Santa Claus. El origen de este último se ubica alrededor de 1624 cuando los inmigrantes holandeses fundaron Nueva Ámsterdam, hoy New York, llevando con ellos sus costumbres y mitos, entre ellos el de Sinterklaas, su patrono cuya fiesta se celebra en diciembre. En 1809 el escritor Washington Irving (1783-1859) escribió “Historia de New York” en donde por deformación de pronunciación queda el vocablo Santa Claus. Más adelante, Clement Clarke Moore (1779-1863) da cuerpo al personaje como un gordo que lleva regalos a los niños en la víspera de Navidad en un trineo tirado por renos. Unos años después, el dibujante Thomas Nast (1840-1902) diseña al personaje para las tiras navideñas de la revista Harper’s Weekly basado en las vestimentas de obispos de épocas antiguas.

Santa Claus viaja a Inglaterra y luego a Francia donde su imagen se funde con la local de Bonhomme Noel, quien no solo tenía similitudes físicas sino también repartía regalos a los niños, de allí nace Pere Noel. La historia gana inmortalidad con el libro “The life and adventures of Santa Claus” del escritor L. Frank Baum (1856-1919) publicado en 1902.

En cuanto a la vestimenta, si bien los colores rojo y blanco eran muy comunes en la indumentaria religiosa y se usó en antiguas representaciones de San Nicolas de Bari, también el verde era muy común. No hubo en realidad un color determinante para el personaje hasta que Coca Cola encargase a Haddon Sundblom (1899-1976) una imagen más “humana” de Santa Claus para ser usada en su campaña navideña de 1931 que perdurase hasta 1966 repitiéndose con menos intensidad y frecuencia en años posteriores. De allí nace la leyenda urbana de que fue la empresa la que vistió al personaje siendo que ya esos colores habían sido usados con anterioridad por otros artistas con el mismo fin.

El “marketing” también ha tenido mucho que ver en esta celebración, comenzando a mediados del siglo XIX con el envió de tarjetas recordatorias de la festividad e impulsando la compra de regalos para los más pequeños, incluyendo a los adultos que rememoraban su infancia al igual. Esto se extendió más allá de las religiones tomándolo como un festejo de convivencia social y familiar. Hoy el cristianismo tiene más de 2.400 millones de seguidores que sumados a quienes, si bien no lo profesan, celebran las fiestas como una manera de unión, de finalización y comienzo de un nuevo ciclo de vida. Igual a lo que antiguamente ocurría con las fiestas Saturninas.

La consultora PWC (Price Waterhouse Cooper) publica el índice “Santanomics” que registra el gasto en la estación festiva siendo que, el último conocido en el continente americano muestra más de 245 mil millones de dólares en USA, seguido  de Brasil con 33 mil y Canadá con 24 mil. Estas cifras de gastos superan el PBI anual de muchos países de la región.

Más allá de los números y el marketing, sin duda la Navidad es un tiempo maravilloso, en donde la gratitud, humildad, solidaridad, reconciliación, generosidad, amor y paz representan el sentido de la misma independientemente de la religión profesada. Es tiempo de reflexión y de compartir con familia y allegados los mejores momentos del año y comprometernos a dar lo mejor de nosotros a los demás. También es tiempo de volver a sentirnos niños, recibir amor y regalos que refrenden su origen que no es más que el nacimiento de un niño que de una manera u otra impactó fuertemente en la historia de la humanidad y aun hoy seguimos celebrando. Feliz Navidad.

“Si no llevas la Navidad en el corazón, jamás la encontrarás bajo un árbol”

Roy L. Smith

(1887-1963)