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LA POLVORA Y EL LIBRO

LA POLVORA Y EL LIBRO

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Para consustanciarse con el tema de éste contenido, le sugiero imagine lo siguiente: usted está en el lugar preferido de su hogar, sentado en el sillón mas cómodo, tiene a su lado una mesa baja con una lámpara, un vaso de la bebida que más le gusta y en sus manos el libro que eligió hace unos días y del que ya ha leído un par de capítulos. ¿Está ubicado? Pues bien, piense ahora que es muy probable que en un par de décadas o antes, tendrá que cambiar ese hábito pues quizás no pueda pasar las hojas de ese libro que compró recientemente, ni tampoco disfrutará del aroma de la tinta sobre papel que tanto le agrada mientras lee. Vamos a explorar entonces la razón por la cual esto último podría ocurrir y el por qué habrá que cambiar la definición oficial del término libro.

Según la UNESCO, se entiende por libro a una publicación impresa no periódica que cuenta como mínimo de 49 páginas, sin contar las de cubierta, editado en el país y puesta a disposición del público. Veamos entonces un poco de historia.

En Mesopotamia, 3000 años a.C asirios y sumerios usaban unas tablillas de arcilla en las que, usando un “stilus”, instrumento triangular, se imprimían caracteres antes de ser cocida en hornos, a éste tipo de escritura se la denominó cuneiforme. En Nínive (actual Irak) se encontraron 22.000 tablillas del siglo VII a.C que pertenecían a la biblioteca de los reyes de Asiria, quienes contaban con copistas y organización que cuidaba de los ejemplares. Los egipcios avanzaron en tecnología bajándole el peso a los ejemplares reemplazando las tablillas por los “volumina”, rollos de papiro, ligeros y transportables, siendo adoptados posteriormente por las culturas griegas y romanas. Estos rollos de lectura horizontal y escritos por una sola cara llegaron a tener durante el reinado de Ramsés III  (1184-1153 a.C) más de cuarenta metros y se envolvían en cilindros de madera. Para leer había que desenrollarlos de un lado y al mismo tiempo enrollar lo ya leído, una vez terminada la lectura, había que enrollarlos a la inversa para que quedasen al principio para el próximo lector. Los romanos aparte de los volumina (plural de volumen) utilizaban también unas tablas de madera untadas en cera en las que se podían imprimir signos con un estilete, borrarlas y reutilizarlas; estos servían para instruir a los niños. Los chinos en el 2000 a.C tenían varios materiales para imprimir libros entre ellos el inventado por Ts ai Louen (50-121 a.C)  en seda morera en donde se escribía sobre temas astronómicos por el año 400 a.C. Pi Cheng (990-1051 a.C), herrero inventó unos cuños de cerámica movibles para imprimir la seda que no fueron utilizados por mucho tiempo pues la impresión no tenía gran calidad, quizás por la tinta utilizada, sin embargo, se lo considera como el nacimiento de la tecnología de cuños intercambiables. .

A Eumenes III (221-159 a.C), Rey de Pérgamo se le atribuye la invención del “pergamineum”, que derivo en pergamino, a partir de la piel de animales como vaca, cordero entre otros animales, que permitía la conservación de los textos por mucho más tiempo, borrar y reescribir, sin embargo, era mucho más costoso.

Ptolomeo I Soter (367-283 a.C) creó la biblioteca de Alejandría que fuese construida por Demetrio de Falero (350-280 a.C) que llegó a contener más de 500.000 ejemplares lo que la hizo un lugar de referencia en la época. Si bien hay creencia generalizada que fue totalmente destruida, en realidad fue decayendo de a poco bajo administración romana por falta de fondos a mediados del siglo II a.C hasta que, en el 48 a.C por accidente, Julio Cesar (100-44 a.C) quemó parte del fondo de la misma. En Pérgamo tras la destrucción de su biblioteca, 200.000 volúmenes fueron salvados y llevados al Sarapeo (hoy Alejandría) por Marco Antonio (83-30 a.C) y Cleopatra (69-30 a.C). En esos tiempos nacieron las bibliotecas privadas, una de ellas fundada por Asinio Polión (76-5 a.C) llamada el Templo de la Libertad (39 a.C), estos eran lugares de lectura y tertulia que otorgaban prestigio.

Ya en la edad media, siglos II y III, el “volumen” fue sustituido por el “códice” o libro, un conjunto de hojas cosidas de aspecto rectangular que servía también para tomar notas mientras se leía el libro; mucho más manejable, podía ponerse sobre una mesa permitiendo una lectura silenciosa; luego, le agregaron un índice que permitía acceso más fácil a un texto especifico. El formato fue tan eficaz que hasta hoy es usado. El papel fue desplazando al pergamino por simpleza y costo.

Los monasterios jugaron un papel importante, no sólo en la conservación de ejemplares puesto que las guerras en esta época eran muy frecuentes y la destrucción de bibliotecas era común, incluso en las persecuciones como la de Diocleciano (245-313) que, en 304 mando a destruir libros cristianos, sino también en copias de determinadas obras que se hacían en las “scriptoria” de los monjes en donde copiaban, decoraban y clasificaban. Sin embargo, en esa época se ejercía la censura, siendo algunas obras no sólo no copiadas sino borradas y reescritas, a estos textos se los denominaban “palimsestos”. Entonces, tanto en Occidente como en Oriente los monasterios fueron importantísimos en conservación, copia y clasificación de ejemplares incluso los profanos, conservados en la biblioteca creada por Casiodoro (485-580) en el Monasterio de Vivarium en el año 550 en Calabria entre otros promotores de bibliotecas en especial durante las luchas políticas e ideológicas como las iconoclastas entre 730-840.

La renovación intelectual comenzada en el siglo XII pone fin al dominio monástico desarrollándose las universidades, creándose una demanda de textos especializados y comenzando también los escritos en lengua vulgar, poesía, novelas románticas, por lo que el editor comienza a tener relevancia. Varias bibliotecas reales fueron creadas, la de Luis IX (1214-1270), o la de Carlos V (1338-1380) son reconocidas por su amplitud de temas. Es alrededor del siglo XIV cuando el papel es traído a la Europa continental por los árabes y cuando el pergamino es sustituido quedando solo para ediciones de lujo mientras el papel, para las económicas.

El libro impreso como tal comienza con la xilografía, originaria de China en 594 a.C . Estos libros se llamaban también “de bloque” pues estaban impresos en bloques de madera, siendo la más antigua publicación, el Sutra de Diamante de China en el año 868; el sistema daba poca legibilidad a medida que se imprimía por lo que dejo de usarse. El libro tipográfico, de invención china durante el período de los Song (960-1279), estaba hecho de tipos móviles de madera y luego de cerámica. Con la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg (1400-1468), la entrada masiva del libro es posible por lo que se expande dando nacimiento a la industria de la edición en forma de códice, impreso en papel. En 1501 se establece que a todos los ejemplares impresos antes del 1 de enero de ese año se los denomine “incunables”, referencia a la época en que los libros se hallaban “en su cuna”, es decir en la primera “infancia” de la técnica moderna de la imprenta.

Una corta y sesgada selección de libros importantes para ilustrar hechos de relevancia es la siguiente: Recuyell of the Historyes of Troye (1475) primer libro impreso en idioma inglés. Harmonice Musices Odhecaton (1501) es el primer libro de partituras impreso con tipos móviles. Bovo-Bukh (1541) primer libro no religioso impreso en yiddish. Catecismo para instrucción de los indios (1584) primer libro impreso en Perú y Sudamérica por Antonio Riccardi (1532-1605), Aurora Australis (1908) primer libro impreso en la Antártida, entre cientos de otros que merecen estar en la lista.

Ya en el siglo XVIII, el papel hecho a partir de trapos de algodón es sustituido por celulosa, lo que produce un importante avance sumado a la máquina de vapor que permite el abaratamiento de la producción de papel, junto a la invención de la linotipia en 1886 por Ottmar Mergenthaler (1854-1899) que mecaniza la composición de un texto y el aporte de Tolbert Lanston (1844-1913) quien en 1887 desarrolla el Monotype que compone y funde letras sueltas, hacen posible que el precio de los libros sea asequible a la población.

Ya entrado el siglo XX, la publicación de libros crece en modo exponencial, basada en la demanda por parte de los sistemas educativos, los cuales, por la presión ejercida por  la segunda Revolución Industrial (1850-1914) permitió que la gran masa de trabajadores tuviese acceso a la educación. Una vez que aprendían a leer y escribir, la demanda de libros, tanto de formación como de entretenimiento creció, así como la de revistas y periódicos; la población mundial presionaba la demanda y las editoriales salían en busca de autores que satisficieran lo que lectores pedían. Al mismo tiempo, regímenes dictatoriales usaban los libros como instrumento de adoctrinamiento por ser estos de rápida distribución, a la vez que la enseñanza básica era obligatoria. Aun hoy, en algunos países existe este uso de los textos, en especial los escolares.

El Real Instituto Nacional para Ciegos (Inglaterra) entregó en 1935 los primeros libros parlantes a personas no videntes y con discapacidad visual. Las primeras grabaciones fueron “El asesinato de Roger Ackroyd” de Agatha Christie (1890-1976) y “Tifón” de Joseph Conrad (1857–1924) que se grabaron en discos LP de 25 minutos por cara. La mayoría de los libros ocupaban aproximadamente diez discos cada uno y se reproducirán en un gramófono. De ahí en más, a medida que la tecnología avanzó, estos audiolibros fueron subiéndose a ella con el cassette, el compact disc y los teléfonos inteligentes de hoy en día creando un importante mercado a nivel mundial, no solo para no videntes sino también para quienes gustan de escuchar las obras bajo este sistema.

Es en 1971 cuando Michael Hart (1947-2011) produce el parteaguas creando el Proyecto Gutenberg para facilitar el acceso a los libros digitalizados, por lo que se considera el creador del “ebook” o libro electrónico. Sus primeras publicaciones fueron textos clásicos, La Biblia, las obras de Homero, Shakespeare y Mark Twain dejando a lo largo de los años quizás la obra más grande de la literatura en red pues el Proyecto Gutenberg tiene la mayor colección de libros gratuitos del mundo.

A partir de allí, todo lo demás es historia pues en nuestros días, los libros digitales crecen exponencialmente permitiendo un alcance mayor que los textos impresos y por supuesto a menor costo. Por otra parte, permite a escritores nóveles poder hacer públicas sus obras sin necesidad de pasar por un editor, esto también ha traído aparejado el inconveniente de los derechos sobre las obras, por lo que hubo que modificar la legislación vigente a nivel mundial.

En fin, sin duda estamos ante un proceso indetenible y regresando a la propuesta inicial, es más que probable que lo que le propuse al inicio, no sea posible, que posiblemente su hábito tenga que ser modificado sin embargo, para alegría de todos a quienes nos gustan los “códices” estoy seguro que estos seguirán existiendo puesto que muchos de nosotros no queremos perder ese momento mágico, perfumado por la tinta y el papel, acompañado de nuestra bebida preferida, sentados en ese sillón, viajando a través de los capítulos de nuestro autor favorito. Que así sea.

“La pólvora es a la guerra lo que el libro a la mente…indispensable”

Antonio Delgado
Senior Consultant & Coach

Fuente: Historia del libro, Frederic Barbier; Libros y libreros en la historia, Carmen Castañeda;Que es la historia del libro, Robert Damton; Historia del libro, Albert Labarre. Parafraseo final a Wendell Phillips “no copyright infringement is intended”