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LAVARSE LAS MANOS?

LAVARSE LAS MANOS?

abc-consulting - Lavarse los manos

Si bien esta frase ha estado con nosotros desde niños, como conectarla con algo que ocurrió en el siglo I en el siglo XIX y el actual XXI?

Solo dos personajes en la historia pueden hacerlo posible, Poncio e Ignaz distanciados mil ochocientos años en la historia cristiana. Veamos cómo.

Poncio Pilato nacido en Roma, Prefecto de Judea entre los años 26 y 32 de la era cristiana es referencia obligada al escuchar esa frase teniendo la misma una connotación negativa pues Poncio fue el responsable de la muerte de Jesucristo al lavarse las manos frente al pueblo (Mateo 27:24) decidiendo de esta forma su condena sin mencionarla.

Lavarse las manos desde entonces se refiere a rehuir de toda responsabilidad, una forma de desentenderse de los hechos a futuro.

Ignaz Semmelweis (1818-1865) nacido en Taban un barrio de Buda que hoy forma parte de Budapest, Hungria es considerado el padre de la higiene. Proveniente de una prospera familia comenzó estudiando abogacía para luego de un año cambiar a medicina aduándose de médico en 1844. Ignaz era un hombre muy observador y al comenzar como médico asistente en el Hospital Maternal de Viena sirviendo en la Primera Clínica Obstétrica (Sala I) atendida por estudiantes. Había también allí una Segunda Clínica Obstétrica (Clínica II) que era atendida por matronas, cosa muy común para la época. Su tarea era examinar pacientes, preparar las visitas del profesor a las salas, dar clase a los estudiantes, atender partos complicados y llevar registro y archivo.

En aquella época la fiebre puerperal (fiebre postparto) era muy común e Ignaz que levaba registro y archivo detecto que en la Clínica I las muertes por esta causa eran muy superiores a las de la Clínica II, lo que era extraño ya que se usaban las mismas prácticas en ambas sin embargo la única diferencia era que la primera era atendida por estudiantes de medicina ya segunda por matronas.

Empujado por su innata curiosidad observo que los estudiantes luego de hacer prácticas de autopsias se dirigían a la Clínica I a practicar con las parturientas; allí entonces hizo la conexión entre lo que el llamaba “partículas cadavéricas” hoy gérmenes y bacterias con la fiebre. Las matronas no practicaban autopsias, solo atendían partos por lo que el origen estaba en otro lado.

A partir de esto instituyo que unos y otras, estudiantes, médicos y matronas se lavasen las manos con hipoclorito de calcio entre las autopsias y los exámenes a parturientas como practica obligatoria. En solo cinco meses logro bajar de 18.3% la mortalidad al 0.9%. Un logro realmente maravilloso a pesar que fue condenado por sus colegas que se sintieron ultrajados por sugerir que los médicos eran los transmisores de la fiebre, algo inaceptable en el status social de la época ya que a mediados del siglo XVIII a la higiene personal se le daba más importancia social que médica.

A pesar del logro, Ignaz perdió su empleo muriendo en una clínica psiquiátrica en 1865. Unos años después, Louis Pasteur confirmaría la teoría de los gérmenes como responsables de infecciones y Joseph Lister siguiendo a este, implementase el uso de la asepsia y antisepsia en cirugía.

Como corolario solo nos queda comentar que gracias a Ignaz lo que hasta hoy el hecho de decir “lavarse las manos” fuese un estigma social de falta de responsabilidad y toma de decisión sea en el presente y futuro algo que haremos con mucha más frecuencia sintiéndonos al mismo tiempo responsables de la salud y bienestar de la humanidad. Todos juntos podremos hacerlo, Gracias Ignaz.

Antonio Delgado
Senior Consultant & Coach

Fuentes: The Life and Work of Semmelweis, The Sloan Science and Film / Short Films / Semmelweis, La Nacion